jueves, 6 de agosto de 2009

La conexión divina, la experiencia mística y la neurobiología. Francisco J. Rubia (2003)

Este libro de divulgación científica nos muestra de forma accesible (y a la vez muy interesante) una segunda realidad, algo que se viene olvidando desde hace relativamente poco. Era necesario un estudio sobre el mundo de lo sobrenatural desde una determinada postura que no suele tratar estos temas: no estamos acostumbrados a que la mirada científica considere asuntos que trascienden lo estrictamente material, aunque según el propio Francisco Rubia, autor del libro y neurocientífico muy reputado, “no sólo los místicos han reivindicado esta segunda realidad, también científicos de la talla de Newton o Einstein lo han hecho”.

Si el siglo XX fue el siglo de los medios de comunicación, no hay duda de que hoy nos encontramos ante el análisis de la información “más allá” (o “más acá”, en el caso de que no osemos transgredir los límites del cerebro). Analizar la experiencia del mundo en el plano de las neuronas es posible: la neurobiología, de hecho, empieza a desencajar puertas que pretenden ser abatidas en los próximos años; se buscan caminos hacia respuestas que esperamos desde mucho tiempo atrás.

Para nadie es un misterio que el ser humano se ve rodeado de preguntas tan antiguas como la especie, y sin embargo tan actuales aún por no haber sido resueltas… A lo largo del lento transcurrir de los siglos, filosofía y religión han aventurado respuestas sobre el origen de la vida y el final en la muerte; luego llegó el turno de la ciencia. Hoy en día nos parece imposible teorizar sin avales científicos y materialmente mensurables, hecho que invalida miles de años en los cuales la espiritualidad fue una condición sine qua non para el ser humano. Este libro, sostiene sin embargo que la negación de dicha espiritualidad ha sido una equivocación, y propone un campo de estudio aún por explorar.

Aventurando la opción de estudiar la experiencia mística en claves neuronales, podemos preguntarnos si existen en el cerebro estructuras que producen las percepciones llamadas también numinosas. No olvidemos que, independientemente de la existencia o carencia objetivas de lo sobrenatural, el ser humano ha trabajado con la posibilidad de lo divino a lo largo de toda la historia. Podemos ver a través del conocimiento de sociedades pasadas que los humanos llevamos en nuestros genes la capacidad, e incluso el anhelo de trascendencia. Si realmente es una necesidad biológica o genética lo que empujó a nuestros ancestros a la visión del mundo a través de la fe, estaremos obviando hoy en día una de las premisas para la salud neuronal humana. No en vano las consultas de los psicólogos ganan en adeptos día a día.

Un conocimiento más profundo de nuestro cerebro y de la activación de éste mediante las vivencias de lo sobrenatural ya mencionadas podría aportarnos, quizás algún día, vías terapéuticas ajenas a la química: ¿Será posible algún día el autocontrol cerebral? Quizá sea hoy necesaria una “neuroteología”, que estudie nuestro comportamiento cerebral hacia lo sobrenatural, o al menos cómo activar los mismos neurotransmisores que procura la experiencia religiosa sin tener que recurrir a fármacos, sustancias estupefacientes o técnicas nocivas para la salud de nuestro cuerpo.

Mª Jesús Conejo Antúnez

1 comentario:

  1. de este libro nos habló el Jaume Mensa, aunque no lo recomendaba. Se nota que has estudiado con el Penedo. El estaba muy preocupado porque no se estudiaba el tema de la conciencia desde una perspectiva que no fuera teológica.
    El libro parece interesante y serio aunque no me lo leería entero. Parece espeso

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